Con total impunidad, un comando armado destruyó y quemó un reconocido campamento tortuguero ubicado a 15 minutos de Puerto Escondido, Oaxaca. La información fue ampliamente difundida el 23 de abril de 2019, a través del periódico Excélsior y distintos medios de comunicación nacionales e internacionales, ya que dos de los integrantes de la cooperativa Boca Barra fueron levantados durante el ataque.
Ignacio Santos, quien estuvo presente el día de los hechos, recordó que los sujetos que irrumpieron en el predio, prendieron fuego a la ramada y la palapa que construyeron con mucho esfuerzo.
Dijo que los compañeros Christian y Andrés, que estaban de guardia haciendo el monitoreo de las nidadas, fueron hallados horas después a cinco kilómetros de distancia con quemaduras de segundo grado en pies y manos.
Destacó que el problema inició con la aparición de un supuesto dueño del terreno, un ciudadano de origen alemán, que con lujo de violencia los despojó de la propiedad cedida a su favor por la Asamblea de Comuneros desde hace ocho años.
De acuerdo con la denuncia presentada ante la Fiscalía General del Estado de Oaxaca, el presunto responsable de la agresión es Adrián Erick Davo Vela, quien en compañía de seis personas del sexo masculino que portaban armas de fuego, prendió fuego a las instalaciones e impidió el paso al predio.
Además de que previamente existía una denuncia por la vía agraria contra su padre Hermann David Davo Bohurehenne con número de expediente 1366/2017.
Lamentó que a más de dos años de lo ocurrido, los socios de la cooperativa mantengan un conflicto agrario y reciban amenazas de muerte por su trabajo de conservación de la tortuga golfina.
Sergio Ordaz reconoció que en la actualidad es muy peligroso ser ambientalista en México, uno de los países del mundo con mayor número de asesinatos de activistas y defensores del territorio.
A pesar de todo, asegura que mientras Dios les preste vida seguirán luchando por lo que creen, aunque irónicamente ahora corren más riesgos que cuando se dedicaban al tráfico ilegal de carne y huevos de tortuga.
Para la fortuna de los integrantes del campamento Boca Barra, el corral de anidación que se encuentra fuera del predio no fue quemado y pueden continuar rescatando los nidos de las tortugas golfinas que llegan a desovar a Barra de Colotepec.
Sergio Ordaz reconoció que en la actualidad es muy peligroso ser ambientalista en México, uno de los países del mundo con mayor número de asesinatos de activistas y defensores del territorio. Foto: Ernesto Méndez
Aunque como era de esperarse, la pandemia causó estragos al interior de la cooperativa, debido a que muchos de sus integrantes tuvieron que salir a buscar trabajo ante la falta de visitantes que aportaban recursos económicos para continuar con esta importante labor.
En la actual temporada de arribadas, llevan 497 nidos recuperados en el corral de incubación, con alrededor de 40 mil tortuguitas liberadas.
A pesar de todos los problemas, los integrantes del campamento Tortuguero Boca Barra se van turnando noche a noche para salir a recorrer los seis kilómetros de playa de Santa María Colotepec, con el fin de rescatar las nidadas de las tortugas que regresan al lugar donde nacieron para dar vida.
En completa oscuridad, a veces a pie y otras en cuatrimoto, enfrentan una carrera interminable contra los 40 hueveros de la comunidad por el simple gusto de saber que están haciendo lo correcto.