No son imágenes tradicionales ni representativas de alguna de nuestras ocho regiones. No son imágenes de la Guelaguetza, pero sí son mujeres oaxaqueñas y hombres oaxaqueños retratados para la posterioridad.
Son imágenes del día cuando hubo un incendio voraz y el gobierno ineficiente abandonó a las comunidades a su suerte por atender asuntos de campañas políticas locales y nacionales.
Son imágenes de una catástrofe forestal que costó cinco vidas y arriesgó muchas más de hombres y mujeres ante la indiferencia, la ineficiencia y el valemadrismo de funcionarios que no supieron -o no quisieron- reaccionar oportunamente.
‘La primavera oaxaqueña’ se volvió un infierno literalmente. En lo personal, en su momento apunté la urgencia de helicópteros especializados en sofocar incendios. Es inadmisible aceptar que por falta de coordinación y las solicitudes correspondientes, ni el Estado de Oaxaca ni la SEMAR ni SEDENA ni nadie, tomaron cartas en el asunto.
No fueran logísticas oficiales gubernamentales para inaugurar obras a medias porque ahí ves todo el día a las aeronaves sobrevolar los cielos, pero para socorrer en una contingencia a la ciudadanía no hay turbosina ni helicópteros disponibles.
Eso no se le perdona a ningún gobierno sea del color que sea, porque ahí ya no se trata de ideologías, sino de reacción, solución, eficacia y eficiencia.
Por algo la aprobación del gobierno estatal está a media tabla. El Presidente AMLO no va a venir a resolver este tipo de problemas, aunque en cada discurso se le adule. Es un hecho que los organismos institucionales para atender las emergencias de incendios y desastres forestales estén inoperantes, sin presupuesto y olvidados desde el nivel federal y estatales por no ser asuntos de los ejes de desarrollo en lo que se está invirtiendo, si no, pregúntenle a los del 911.
Hasta ahí mi apunte, chamacones.
Saludos.
