El Museo del Prado expone un Murillo Robado en 1897

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Madrid, España.–  Los visitantes que vayan al Museo del Prado en Madrid; en las vacaciones de invierno pueden ver “Santa Ana dando una lección a la Virgen” se trata del boceto de mano del artista,  Bartolomé Esteban Murillo fue un pintor barroco español. La obra que se verá  provenía de la colección de Isabel de Farnesio, fue sustraída en el Prado a finales del XIX y estaba expuesto en Pau, Francia.

Está historia es de película con un final feliz. Resulta que durante una misión de inventario dirigida por el Museo del Louvre en el Museo de Pau en 2024 (operación obligatoria cada 10 años desde la aprobación de una norma que obliga a catalogar todas las obras) uno de los técnicos encargados consideró la posibilidad de que  la obra de “Santa Ana dando una lección a la Virgen” correspondiera al autor sevillano.

Voceros del Prado informan que gracias a la colaboración de las autoridades culturales de ambos países y los Museos de Pau y el Louvre.  El Museo del Prado expondrá un Murillo robado en 1897 que se exhibía en Francia. El cuadro llega como cesión temporal por diez años a la espera de una norma que prepara el Gobierno francés para abordar este tipo de situaciones. El Museo Nacional del Prado se ha coordinado con el Ministerio de Cultura para los trámites de traslado y préstamo, asumidos desde el Museo.

Informan que la posibilidad de que el cuadro estuviera en Pau ya se recogía en la prensa española de comienzos del siglo XX. En 1906 se podía leer que ‘un boceto de Murillo recientemente desaparecido, pudiera encontrarse en un museo francés” y en la investigación posterior se ha encontrado un artículo del Imparcial de 20 de febrero de 1909 en el que se mencionaba en referencia a la obra que “está expuesta al público en el Museo Municipal de Pau”.

Se han encontrado referencias similares en prensa en años posteriores, incluso en abril de 1936 el diario Ahora vuelve a hablar del robo, de su aparición en Pau y de las negociaciones llevadas a cabo con el director del museo francés para su restitución. La impresión de los encargados del inventario francés en Pau fue refrendada por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense, Benito Navarrete, quien fue contactado por Charlotte Chastel-Rousseau, la especialista en pintura española del Museo del Louvre. El propio Navarrete puso al Museo del Prado al tanto de esta circunstancia. 

Agregan que sin embargo, la revisión de la documentación oficial en el Archivo Histórico Nacional y en el Archivo General de la Administración correspondiente a la Embajada y Consulados de París y Pau (1897-1917) no ha arrojado ningún dato. La pieza, que perteneció a la colección de Isabel de Farnesio, será expuesta próximamente y se podrá ver en el itinerario que el Prado dedicará a esta reina desde el próximo día 1 de diciembre, enmarcado en su proyecto “El Prado en femenino”.

Sobre el pintor voceros del Prado indican que: “Bartolomé Esteban Murillo nació en Sevilla y fue bautizado allí el 1 de enero de 1618. Su padre, Gaspar Esteban, era barbero-cirujano; su madre, María Pérez Murillo, provenía de una familia de plateros y pintores. Siguiendo la tradición andaluza, el pintor adoptó el apellido materno, Murillo, en vez del paterno. Quedó huérfano a la edad de nueve años cuando, en un plazo de seis meses, perdió a ambos padres…Murillo combina la influencia de la pintura de Francisco de Herrera el Viejo con el naturalismo y el tenebrismo de Francisco de Zurbarán. En este período temprano pintó a menudo imágenes de niños, por lo que adquirió fama en el extranjero, especialmente en Inglaterra y Francia. Sus pinturas de la Virgen y el Niño contribuyeron a popularizar aún más este tema.

Murillo produjo una cantidad considerable de obras de carácter religioso, entre ellas numerosas imágenes de la Inmaculada Concepción. Fue también uno de los más grandes retratistas de su época.

En enero de 1660, Murillo, Francisco de Herrera el Joven y varios otros artistas prominentes fundaron la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría en Sevilla, con Murillo como presidente. En 1663, Murillo se mudó a la parroquia de San Bartolomé. Su esposa murió en diciembre de ese año. La década siguiente a esta muerte fue la más prolífica del artista. Cuando trabajaba en un altar para la iglesia de Santa Catalina, en Cádiz, Murillo sufrió una caída de un andamio. Falleció pocos meses más tarde.

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